sábado, julio 02, 2005

¿Pero qué puta mierda es ésta?

Precisamente entonces fue cuando le dio por silbar el himno de riego. Siempre había sido una chica algo rarita, había sido la clase de persona que pensaba de forma diferente, que hacía cosas que a los demás nos parecían extrañas, o al menos, pintorescas. Pero en mitad del funeral de su hermana estabamos casi seguros de que se contendría un poquito. La verdad es que fue algo muy impactante, al principio, pero bueno... cuando llegaron los curretas a tapar el nicho, la atención global se desvió hacia ellos. Su falta de emotividad nos demostró que el trabajo embrutece o deshumaniza, vamos, que deberían inventar algo para no tener que dar el callo. Les pagan por poner la losa, echar un poco de cemento y nada más, pero no estaría mal que les diesen un extra por trabajar con caras tristes, por hacer como que se enjugan una lágrima, por abrazar a algún familiar... vamos, sería un servicio más, y lo de enterrar es un negocio como otro cualquiera. Bueno, como otro cualquiera no, porque está claro que no tiene la misma capacidad de diversificación que una mercería, o unos ultramarinos, pero a nosotros nos haría mucha ilusión que nos enterrara alguien que no interrumpiera su trabajo para tomarse el bocata, mientras alguien del gentío entona el himno de riego, o enarbola una bandera del CF San Pedro como si le fuera la vida en ello. Lo cual nos recuerda que debemos comprar el abono. Ya mismo empieza la temporada, y la verdad es que no hay nada que nos apetezca más que tumbarnos sobre la hierba recién cortada y aspirar el aroma de la humedad verde, y dormir por la tarde mecidos por el croar de las ranas del río cercano, oler a verano, sentir la brisa que anuncia la llegada de la noche, descubrir la luna asomándose tras una montaña y más cosas que no vienen a cuento, como comprar un showarma en el turco de la esquina.
A todo esto, qué hambre nos ha entrado!

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