martes, diciembre 18, 2007

Sparience: Acto II

Y aquí continúa la tragedia (mes y pico después, a ver si me ventilo ésto, que ya hiede)



Entré en una sala pequeña, oscura, que parecía la fantasía húmeda de un místico new-age. Un espeso aroma entontecedor de velitas aromáticas saturaba mis sentidos agudizados. Cuadros que parecían haber sido hechos con una versión psicodélica de "Diseña tu moda" colmaban las paredes. En el centro, una especie de camilla. La música, eso que llaman chill out, a mi me parecía los desvaríos horrísonos de cualquier indio en taparrabos golpeando una lata mezclados sobre un ritmo del casio pt-1 con el tempo al mínimo. Relajante, y un huevo. Juro por los pantucos de mis hijos nonatos que a aquello solo le faltaba un atrapasueños colgado del techo para ser el puto infierno sobre la tierra.

Pero podía ser aún peor. Oh, sí.

Entró la muchacha que me iba a dar el masaje, y ya de entrada me dejó descolocado. Yo lucía mi bañador modelo meyba por encima del ombligo tal cual fue inmortalizado por Fraga en Palomares, cosa que me daba cierta falsa seguridad en mí mismo. La muchacha, con bata blanca, como todas las de aquella especie de sanatorio decimonónico, me dijo con una voz suave (que no pude situar porque no parecía de dominatrix), que me pusiera eso que había sobre la camilla y me tumbara boca arriba, y que en dos minutos regresaba. Salió. Yo miré eso que había sobre la camilla, algo en lo que antes no había reparado. Era del tamaño y forma de un mechero. La curiosidad ganó terreno al pavor, y agarré aquella cosa. Era un tubito de plástico azul. Me pregunté por donde tendría que meterme aquel cuerpo tubular con un espasmo de miedo, cuando reparé que era algo que había sido enrollado hasta obtener esa forma cilíndrica. Lo desenrollé, y descubrí ante mis ojos lo que parecía un gorro de baño de plástico azul electrico. Me lo puse, y aunque no tengo testigos, creo que lo hice de forma bastante digna, como el rey que se aproxima al cadalso antes de ser decapitado. Entonces reparé en que era ciertamente raro para ser un gorro.

Tenía dos bandas elásticas a los lados, y solo me cubría parte de la cabeza, como una cresta punk. Me lo quité y lo examiné con más atención.

Horror. Aquello no era un gorro.

Era un jodido tanga.

Tanga. Cómo una palabra que antes pronunciaba con travieso deleite ha podido llegar a tener para mí connotaciones tan negativas. Cómo de jodido está el mundo.

El tanga en cuestión era basicamente un pañal minimalista de goma. Aún hoy me pregunto que función tenía, salvo la de humillarme. Está claro que no estaba pensado para tapar vergüenzas, porque durante el minuto y medio que tardó en llegar la masajista, estuve luchando con todas mis fuerzas para conseguir que 'aquello' tapara 'aquello otro'. Al final descubrí, casi en mitad de un acceso epiléptico, que no podía taparlo todo. O tapaba lo de delante, o tapaba lo de detrás. No había plástico suficiente para más. En un arrebato de lucidez, decidí que tenia que sacrificar el culo y dejarlo a la vista, dado que en aquellos momentos tan tensos tenía el ojete tan apretado que prácticamente había cicatrizado hasta desaparecer.

Lo de tapar lo de delante tambien presentaba un grave problema, y es que no había manera de, excúsenme por el lenguaje, ocultar los dos huevos a la vez. No importa de qué manera jugara con el espacio, con los movimientos pélvicos o con liftings "hágaselo-usted-mismo": Se quedaba uno siempre a la vista, como en esos comics del Profesor Cojonciano en los que aparece un chulo de playa con una bola colgando.

La masajista llegó, y me vió panza arriba sobre la camilla. Si al verme estranguló una carcajada cruel, en el momento de surgir de su garganta, no lo sé, porque servidor tenía los ojos cerrados fuertemente como si se acabara el mundo. Intentaba alejar de mi el dolor que se avecinaba. Un mantra resonaba profundamente en mi mente: profundo mar azul, profundo mar azul, profundo mar azul... No sentía ya la vergüenza, pero sí sentía lo que debe sentir un san jacobo antes de caer en la sartén. Me iban a brear con chorros de aceite hirviendo, joder.

...

De acuerdo. No fue para tanto, la verdad. Los chorros de aceite estaban calentitos, no hirviendo. A los dos minutos ya me había relajado y, la masajista, que resultó ser bastante simpática (aunque me llamaba 'señor') me repasó concienzudamente desde los dedos de los pies hasta mi frondosa y espesa cabellera. Cuando terminó, yo era algo desparramado sobre la camilla, como un ser carnoso sin esqueleto surgido de una pesadilla de John Carpenter. La tensión precedente unida a la relajación posterior había obrado en mí un estado de quietud que rivalizaba con el de un maestro zen. Ohm.

Tras esto, la muchacha me dijo que me metiera un rato en la sauna antes de la ducha, y eso hice. Todo parecía haber acabado bien. Sin daños.

Lamentablemente, meterse en una especie de horno cuando uno está chorreando de aceite, no es un buen consejo. Preguntádselo al pavo esta navidad.


Esta foto no tiene absolutamente nada que ver con el resto del post


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sábado, diciembre 01, 2007

Amor de Google (Noviembre 2007)

Como cada mes, las búsquedas más bizarras que llevan a este blog. Hoy, por no repetir, obviaré las búsquedas de culos y sucedáneos, que constituyen más del 90% de resultados.

Top 12


1.- "a lo mejor si que mueren los viejos rockeros"
2.- "como ponerte los dientes de zombie"
3.- "como se realiza el aspa molino - gimnasia"
4.- "elefantiasis + picture"
5.- "exfoliante casero piernas"
6.- "fobias ficticias"
7.- "imaginar la cara de jesucristo en la pared"
8.- "mallas de voladura+youtube"
9.- "peliculas bizarras porno con enanos"
10.- "robert plant tenia el cabello largo?"
11.- "significado de gnomos malvados"
12.- "un yonki frente a un espejo"

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