sábado, mayo 20, 2006

Aqui puede ir su publicidad!

La frecuencia de posteo en este blog, a día de hoy, roza lo ridiculo, pero bastante liado está servidor como para dedicarle tiempo a ésto en detrimento de otras cosas más enriquecedoras, como montar su barquito (y estudiar).

En cuanto al barquito, he echado de menos no tener una cámara para ir documentando el proceso de construcción sobre la marcha, o un diario sobre todas las pifias que he ido cometiendo. Mirando en foros de maquetistas, me he ido dado cuenta de que los fallos que he tenido no eran cosas dificiles de arreglar, pero yo, al ser de ascendencia rustica, las he intentado solucionar primeramente a golpe de machota y superglú.

Empezaré revisionando en mi memoria los primeros momentos, cuando abrí la caja y vi todos aquellos listones, varillas, y clavitos y me intentaba convencer a mi mismo que de ahí tenía que salir una cosa como la de la foto. En ese primer estadio maquetil, mis herramientas se limitaban a:

- un cutter de tamaño familiar que había mangado del Alcampo y al que denomino cariñosamente "Excalibur"
- bote de cola usurpado al compañero de piso, que hacía cosas de bricolaje
- lija para madera arrebatada al compañero del punto anterior
- bote de superglú pedido prestado a otro compañero de piso distinto al anterior

Como se puede apreciar, no sólo me salió gratis este kit básico sino que además la convivencia no se resintió especialmente a pesar de mis actuaciones.

La lija, ese dispositivo erosionante, tiene un fallo, que es lo primero que me encargué de descubrir. No existe función Undo, así que cuando, en un arrebato, me dio por perfilar mejor los contornos de la base del casco (la pieza sobre la que descansa absolutamente todo lo demás), me comí por error parte de la popa. El error podía haber sido facilmente subsanado con masilla, pero en ese primer momento no sabía que me había pasado lijando. Así que seguí montando. A la base le fui pegando los listones de madera que forman el suelo del puente, y los laterales del casco (que tienen nombre, pero que no me he aprendido). Y fue entonces cuando, tras dias de pegar listones y de superponerlos para tener formadas las barandillas, me dí cuenta de que las piezas de popa eran más pequeñas de lo que deberían,y que por muchas formas ingeniosas de colocarlas que hubiera, siempre iba a quedar un hueco extraño. Ese no iba a ser sino el primero de los errores que condenarían a mi barco al lecho marino.

El segundo vino con la fase de forrar la parte inferior del casco con listones. La cosa en las fotos del manual parece fácil. Se trata de ir colocando listón a listón hasta tapar completamente el casco, intentando que no queden rendijas entre ellos, y que más o menos guarden una relación de colocación paralela y regular.
Pues ésto que parece tan fácil es una puñetera jodienda, porque no solo hay que doblar las tiras en ángulos forzados, sino que en determinados puntos hay que lijarlos para que encajen, y sobre todo en los extremos, es bastante complicado que queden bien los cantos. Mi experiencia fue pésima en ese sentido, ya que los listones se me montaban unos encima de otros. Para fijarlos con firmeza, usé superglue en vez de cola para madera, pero esto tiene el inconveniente de que es fácil que se manchen por la parte exterior, quedando una marca oscura que daña el conjunto. Como era optimista, pensaba que lijando se quitaría la mancha, pero no fue así. No sólo la mancha habia sido absorbida por la madera porosa del listón, sino que el contraste entre la mancha y la madera lijada era mayor que con la madera sin lijar.
Resultado del montaje hasta ese momento: el casco con sus barandillas desiguales, la popa disminuida en longitud, y el armazón con la textura y suavidad de un leproso. Pero yo más feliz que un regaliz.

Otro dia sigo, que no quiero saturar el blog con tantos contenidos de golpe.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dónde vas a colocar el barquito? Es decir, a quién se lo vas a regalar? larala...
Yo también te quiero ^____^

Perro De Lobo dijo...

pero que cabrona eres...

Anónimo dijo...

Illo, me muero de ganas de ver ese jodido barquito. Es un morbo irracional, es como esa basura de querer comprobar si algo puede ser tan malo como narran, y una vez visto, no poder dejar de mirarlo porque a pesar de verlo, no te crees que es real.

Por cierto, te ha quedado mu guay el retoque que le has metido al blog. Ya era hora que hiceras uso de tus conocimientos informáticos (o de tu ejercito de monos drogados en su defecto).