Argh
Tres horas ahí metido sin poder dormir.
Y se dijo, convencido, mientras volvía a meterse bajo las sábanas:
'Ahora voy a dormirme'
'Cerraré los ojos'
'Me imaginaré en alguna situación aburrida'
'Y el sueño llegará, lentamente, sin avisar'
Y en ese instante de semivigilia, casi perdiendo la consciencia, cuando la situación parecía controlada, la quietud quedó rota en millones de cristales. El horror apareció de pronto, y sonó la voz chillona, inhumana y repelente, de algo que empezaba a tararear la melodía del Llanero Solitario justo en su oído izquierdo.
Sobresaltado, y mientras el escalofrío seguía su recorrido por todo el espinazo, se incorporó y buscó en la oscuridad de la habitación. Ni un movimiento, nada. Sombras inmóviles y objetos inanimados.
'¿Qué ha sido eso?'
'¿Lo he imaginado?'
Aún miró un rato más, escudriñando las tinieblas, hasta que los latidos de su corazón empezaron a estabilizarse y el sueño fue recuperando el terreno que le había sido arrebatado de golpe y porrazo. Sentado sobre la cama, fue cerrando los ojos y cayendo hacia el sopor calentito que le iba a brindar su almohada.
No hizo más que impactar el primer pelo de la oreja contra aquella suave tela, cuando la misma voz de antes, aguda hasta el dolor físico, se dejó oir de nuevo tronando sobre su cara.
Esta vez encendió la luz de un manotazo nervioso mientras se protegia la cara con el otro brazo. Y por entre las finas rendijas de sus párpados, con los ojos abrasados por la luz repentina, lo vió. Y sintió como si la realidad se replegara sobre sí misma en un bucle infinito. Y todo lo que tenía entre el estómago y los intestinos grueso y delgado, se compactó como si estuviera afectado por la atmósfera de Júpiter y salió evacuado por la salida más cercana, con un sonoro 'PLOP'
'No puedes dormir, has bajado demasiadas peliculas del emule'
'Tienes que pagar el tributo'
'Internet reclama su sacrificio'
Miró al duendecillo incapaz de reprimir su horror. Un sudor frío le empapaba las sienes, que palpitaban como si la sangre de su cerebro se hubiese duplicado en un segundo. La cordura, esa compañera fiel tras tantos años de vivencias y situaciones límite, amenazaba con abandonarle. Un temblor parkinsoniano se apoderó de él, y mientras señalaba con una de sus trémulas manos al achaparrado y grotesco duendecillo, preguntó:
'¿Cómo? ¿Qué sacrificio exige Internet?'
El duendecillo malvado de Internet mostró sus amarillos y retorcidos dientes en una sonrisa que hizo que la vejiga de alguien se vaciara de pronto, y preguntó:
'¿Tienes blog?'
'S-s-sí'
'Servirá'
'P-pero son las 5:30. Me tengo que levantar a las 7... No puedo... Debo descans...'
Se interrumpió a mitad de la frase. El duendecillo malvado de internet sostenía entre sus huesudos dedos el cable trenzado que se conectaba a la tarjeta de red, mientras le dedicaba una mirada significativa. Ceros y unos viajaban por esa autopista minúscula, conectándo a todos los ordenadores del planeta.
'¡No! Haré lo que me pides, pero no lo arranques, ¡por favor! ¡El Emule está bajando a 90 kbs!'
El duendecillo soltó el cable y chasqueó la lengua entre sus dientes. Con paso lento, comenzó a andar hacia una esquina de la habitación, mientras decía:
'Ya sabes lo que tienes que hacer'
Empezó a desaparecer a la vez que tarareaba de nuevo aquella maldita canción.
En la habitación, el único sonido era el zumbido monocorde producido por el ventilador del ordenador.
Con paso vacilante, y con una mousse orgánica meciéndose en sus gallumbos, se sentó frente al monitor. Chof.
Sin voluntad, abrió la página de blogger y empezó a escribir.