Lecturas (1)
[Estreno sección para ir comentando lo último que voy consumiendo como lector. Son opiniones mías, no críticas de ningún estilo. Posiblemente sólo aparezcan aquí los libros que me gusten, a no ser que lea alguna mierda exageradamente horrenda, en cuyo caso la anunciaré a tutiplén. Si alguien se siente ofendido porque no alabo en demasía las virtudes de su libro de cabecera "Gordy, el unicornio mágico", que proceda a golpearse la cabeza con la machota.]
La forja de un rebelde, de Arturo Barea.
Trilogía autobiográfica. No está nada mal para empezar el año, siendo un libro bastante largo que no se me ha hecho pesado en ningún momento.
Empieza la historia con las vivencias que el autor tiene en su infancia, en el Madrid de principios del siglo pasado. Esta primera parte se titula "La forja". Al margen de que todo lo que se cuenta es, como ya he dicho, autobiográfico, lo que verdaderamente llama la atención es el retrato costumbrista que hace de la sociedad, sin artificios ni frases rimbombantes, y con una eficacia increíble, casi con el lenguaje de la edad que tenía entonces. Han pasado 100 años, pero gracias a sus descripciones, he sido capaz de reconocer lugares, esquinas, y puede que gentes, que todavía existen en la ciudad de hoy día. Posiblemente esta primera parte es la que más bonita me ha parecido de las tres. Sobre todo, una cosa que me ha encantado, es la descripción de las tensiones políticas y la realidad social del momento, algo que este libro te enseña mejor que una enciclopedia de historia.
La segunda parte tiene un cambio de estilo notable. En "La ruta", Barea ya no es un chaval. Está combatiendo en la guerra de Marruecos, y está viendo cosas que le marcarán toda su vida. Describe un ambiente militar totalmente corrupto, una falta de ética impresionante en los generales que envían a morir a la carne de cañón formada por los jovenes de los pueblos, y unas batallas horripilantes en las que la gloria no se asoma por ningún lado. Menciona especialmente el desastre de Annual y el del asedio de Melilla, trágicos hechos que se le grabaron en la memoria y que regirían su forma de ver el mundo. Interesantes las apariciones de personajes que después tendrían gran relevancia en la historia, o que la estaban teniendo en aquel momento. Millán-Astray, Sanjurjo, Franco... una panda de impresentables a quienes Barea no se molesta en juzgar, tan solo deja hablar a sus actos.
La tercera y última parte, "La llama", es la que comprende la guerra civil, y más concretamente el terrible asedio a Madrid. Al ser la parte de la historia de España que tengo más aprendida, he encontrado esta parte menos reveladora que las otras. Pero sin embargo, arroja una visión de la guerra que no tenía: la de fuera de las trincheras. Barea acabó teniendo una labor importante en el seno del aparato del gobierno republicano, siendo censor de las informaciones que los corresponsales extranjeros enviaban a sus países. De nuevo cambia el estilo de la escritura, siendo ésta la parte más sombría, más pesimista, que arroja menos esperanzas. Critica la estúpida lucha entre ideales políticos de la izquierda, uno de los mayores problemas de los republicanos; el desentendimiento de algunas zonas de la retaguardia; los crimenes en los dos bandos; pero todo lo hace desde el hastío, cuando ve que sus esfuerzos no tienen reflejo.
Este libro debería ser más conocido, y su autor tambien. Tras la guerra se exilió en Inglaterra y murió en los años cincuenta, habiendo publicado varios libros. Tuvo bastante más fama en el extranjero que en su propio país. No en vano, esta trilogía fue prohibida en España hasta el año 78, por razones obvias.
Es un tochaco, pero le doy un 8.
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Arturo Barea
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