domingo, febrero 06, 2005

Lecturas (2)

Hoy dos libros, de esos que te los lees en un soplido:
La isla del tesoro, de Stevenson.
Todos a la calle, de Michael Moore.

El primero es demasiado archiconocido como para ponerme a decir nada sobre él. Pero claro, es uno de esos libros que servidor no se había leído porque había visto la hueva de versiones cinematográficas distintas, incluída esa de animación en la que el prota era un gato. Y lo malo de eso es que uno dice luego... "pa qué me voy a leer el libro, si ya sé lo que pasa, y he visto peliculas mil?"
Pos mal hechooooo. El libro es una joya, que se bebe más que se lee. Y cuando termina, dices. "¿ya?" Coño quiero más. Qué bueno, joder.

Y tengo ganas de escribir algo sobre Stevenson, que su vida es interesante. Otro día.

El otro libro: Todos a la calle, es del gordo demagogo de Michael Moore, y es válido sólo para pasar el rato. No es que me interese mucho el estado del empleo en EEUU, pero la verdad es que Moore le saca chispa a casi todo, y tiene una capacidad de ironizar que raya en el delirio. Es casi una colección de artículos sin mucha relación, casi todos con muy mala leche. Especial mención al capítulo "OJ es inocente", y al capitulo posterior "OJ es culpable". O al experimente que hizo para comprobar qué clase de donaciones aceptaban los políticos en sus campañas. Creó sociedades ficticias a tal efecto, y mandó cheques. Comprobó con estupor como los políticos aceptaban dinero de asociaciones tales como adoradores de Satán o clubes de fans de asesinos en serie. La pela es la pela.

Bueno, un poco descafeinadas estas reseñas, pero no había mucho para arañar. El próximo comentario sobre libros será un poco más elaborado, porque merece la pena: Historia de dos ciudades, de Charles Dickens.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola señor, he de decirle ke me he leido todo su blog de un tirón. Ahora se ke hay algo detras del telon, ahora se ke puedo seguir más alla del tunel, los illuminati no pueden ocultarlo por más tiempo, ni siquiera adulterando la pasta de dientes!
Deberian detenerte por escribir los cuentos infantiles