Flökypa y el arte marginal.
Una de las definiciones de arte, según la RAE (que no es infalible, pero es como una norma ISO) es:
"Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros."
Esta definición no se moja, puede abarcar desde un cagarro en lata hasta un fresco del renacimiento. Hay un tipo de arte (que denominan Arte Marginal o Outsider Art, o Art Brut) que quizá sea de los más honestos. Un loco que pinte caras sonrientes sobre periodicos viejos usando un pincel metido en la uretra, una mujer que confeccione vestidos a partir de estampitas de la virgen de Fátima. Cosas así. Henry Darger escribió a lo largo de más de 16000 páginas una colosal historia ilustrada que tituló: “La Historia de las Siete Chicas Vivian en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal de la Tormentosa Guerra Glandeco-Angeliniana, causada por la Rebelion de los Niños Esclavos”. Las niñas tenían pene, porque Henry no había visto a una mujer desnuda en toda su vida. Alexander Lobanov fue un ruso sordomudo que se dedicó a hacer autoretratos en los que siempre portaba armas de fuego.
Hoy quiero hablar de uno de estos locos artistas o artistas locos, cuya obra febril y atormentada no sería expuesta en el Louvre ni aunque lo gestionaran Faemino y Cansado.
Ingo Flökypa nació en Hämeenlinna, en la parte más meridional de Finlandia, el 4 de octubre de 1972. Su infancia transcurrió de forma traumática: su padre, trabajador en una plataforma petrolífera, abusaba sexualmente de él, y en el comedor del colegio solo le servían albóndigas suecas (bueno, y también abusaban de él). A los quince años, tenía el culo tan escocido como si lo hubiera metido en una turmix, y el sentimiento nihilista se apoderó de él. Se unió como bajista a un grupo de punk rock que recorría el país en una destartalada furgoneta, y durante esa época vivió un frenesí de alcohol y sexo en grupo que le marcó profundamente. Durante una temporada también estuvo totalmente convencido de que no había en el mundo cosa mejor, pero entonces descubrió casualmente la masturbación y cambió de parecer. Le expulsaron del grupo porque tenía las manos tan sudadas que las cuerdas soltaban chispazos. Formó su propio espectáculo-de-un-sólo-hombre donde, recorriendo oscuros cafés, calado con una boina y mientras fumaba largos cigarros, recitaba poesías pop que trataban temas como el esoterismo, la causalidad, el sexo tántrico o la forma de las nubes. Según sus palabras, "no daba para vivir, pero pagaba las copas". Llegó incluso a publicar algunos de sus poemas en fancines y revistas de aficionados, pero abandonó ese proyecto lleno de hastío y sopor. No acababa de encontrar su medio de expresión 'verdadero'. Entonces, un día (o una noche, porque estaba en un pueblo al norte de Finlandia), mientras leía el periódico, dió con la solución.
Las tiras de prensa.
Flökypa, mantenido a base de ayudas sociales, se recluyó en un cuarto alquilado y se dedicó desde ese momento hasta el fin de sus días, a crear. Cuando murió, de hernia, en 1998, descubrieron con asombro, fajos y más fajos de folios amontonados en su cuchitril. Eran sus creaciones. Cientos de miles de tiras de prensa. Nadie sabe a ciencia cierta porqué no las intentó publicar, qué quería hacer con ellas. El hecho es su descubrimiento fue una verdadera conmoción en el mundo del arte marginal, y desde entonces, Flökypa fue considerado uno de sus referentes.
El autor de éste, su blog, ha apostado desde siempre por las manifestaciones artísticas de calidad, y por eso ha consentido en pagar de su propio bolsillo por uno de los lotes de tiras de prensa de Flökypa, el 03/B, que contiene material diverso de la última época. Durante los próximos días, conforme vaya traduciendo del finlandés y escaneándo, iré subiendo estas obras, para el disfrute colectivo de la humanidad.
Stay tuned.
1 comentario:
Eres mi puto dios. No, porque soy ateo, y si no te gusta, te pateo, pero sino lo serías. Así sólo tienes toda mi admiración.
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