Cuentos Infantiles vol. 1
Rita quería mucho a su hamster Bruno. Cada día le limpiaba la jaula, le colocaba bien la rueda para que corriera, le acariciaba fruiciosamente las pequeñas gónadas con un bastoncillo de algodón empapado en colonia.
Rita quiso un día jugar con Bruno sobre la mesa de la cocina. Le sacó de la jaula con manos amorosas y le depositó sobre la extensa superficie de madera. Bruno la miró con sus pequeños y redondos ojos rojos. Movió nerviosamente el bigote y exploró fugazmente su entorno.
Rita acercó su cara a Bruno y le besó en la pequeña cabeza blanca. Bruno entonces saltó.
Bruno siempre había tenido una obsesión. Quería escapar de aquella jaula. Quería ser libre. Pero también quería matar a aquella horrible criatura que le mantenía prisionero.
Se agarró con sus minúsculas garras a la cara de Rita. Rita chilló. Bruno mordió sus ojos con histeria, mientras Rita caía al suelo y pataleaba como loca. La sangre empezó a manar y Bruno enloqueció totalmente. Cavó, como loco, a través de sus órbitas. Las atravesó con pequeños mordiscos. Rita se arañaba la cara violentamente sin conseguir nada y chillaba con una voz ronca, que surgía de su estómago. Bruno se abrió camino a través del ojo y siguió haciéndose hueco a dentelladas. Rita, tirada en el suelo, movía las piernas con espasmos irregulares y había dejado de gritar. Bruno alcanzó el cerebro, y soltó unas cuantas cagadas. Luego siguió royendo en otra dirección, durante un buen rato. Fue atravesando carne y musculos, visceras y tendones. Atravesó el cuello, el esófago y el estómago. Y justo entonces decidió que era hora de salir, y rompió la piel para salir del vientre de Rita, totalmente empapado de sangre. Era libre.
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