lunes, enero 31, 2005

Una mala tarde la tiene cualquiera (y 3)

Entonces pensé en otra posibilidad que no había pasado por mi cabeza hasta ahora. Pensé en si sería posible que nunca hubiese imaginado nada. Que yo en realidad no fuera el 'creador' de aquella situación. Si yo hubiese sido en realidad la historia imaginada de alguna otra persona... Me mareé un poco, vomité mientras me apoyaba en el esqueleto del coche, y me sentí peor de lo que jamás me he sentido en mi vida. ¿Yo había sido pensado por otra persona? ¿Podía ser? Sentí que mi vida tenía menos valor que el trazo de una pluma sobre el papel. ¿Qué había pasado con todos estos años? ¿Todo era una invención? ¡No!, grité. Mi vida, toda mi vida... pero... una revelación fría como un témpano se clavó en mi ser. ¿Qué vida? No recordaba haber vivido nada nunca. Mi existencia empezaba en el momento en que imaginaba la carretera, la lluvia, el coche... No había nada anterior a eso que pudiera recordar. Lloré, doblado en el suelo, durante no sé cuanto tiempo.
Pero entonces me levanté. Miré al cielo y grité. Grité lo más alto que pude.

Te grité a ti, al que escribe ésto mientras yo lo vivo. Y mis palabras iban sonando más y más fuerte.

Devuelveme al lugar de donde me sacaste.
No me hagas permanecer bajo la lluvia.
No me encierres aquí.
Dame un nombre, un pasado, un futuro.


¡¡Dame una vida!!.

Por favor. Escúchame.

...

Todo ha terminado ya.
Ya no estoy bajo la lluvia, ni junto al coche, ni sobre la carretera.
Me has escuchado, y te estoy agradecido.
¿Cuál es mi nombre? Mi nombre lo sé yo, y lo saben los que me importan, y con eso basta. He nacido, vivo, y algún día moriré. Puede que tenga amigos, y puede que no. Puede que tenga un trabajo. Puede que tenga una familia. Puede que viva felizmente. Puede que sea una persona horrible, o puede que no. Puede que sea hombre. Puede que sea mujer. Puede, incluso que me conozcas. Tú, que me lees, no puedes saberlo. Yo sé quien soy. Tengo una vida, es lo único que puedes saber, y ya no va a ser dirigida por nadie nunca más.

[fin]

Sólo porque yo quiero.

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