lunes, enero 31, 2005

Una mala tarde la tiene cualquiera (2)

Contemplaba confuso mi nueva situación, mis ojos vagaban sin orden a través de aquel lugar. Todo lo que existía, era lo que veía. Salir de la carretera, o continuar caminando por ella era penetrar en un terreno de cuya existencia no tenía certeza, bien podía terminar ese universo limitado en una vastedad de negrura, o en una nada blanca, informe. No lo sabía. Sólo sabía lo que había imaginado, y eso era lo que veía a mi alrededor. Me acerqué al coche y miré dentro, para comprobar algo que ya sabía con certeza en mi interior. El coche era solo chasis, sólo armadura. Dentro estaba completamente vacío, no había palanca de cambios, volante, salpicadero... Sólo había imaginado la forma difusa de un coche, ni siquiera sabía qué modelo de coche, ni qué color, ni que aspecto detallado tenía. Empezaba a conocer el patrón de aquel sitio, y precisamente por eso, me asustaba cada vez más.
Había tenido el poder de imaginar aquel lugar. Y al imaginarlo, lo había creado. Existía, en algún lugar, en alguna dimensión, no lo sé. Pero existía. Y habría tenido la oportunidad de agrandarlo, de definirlo, de imaginar gentes que habitasen en aquel microverso. Cómo habría sido hablar cara a cara con alguien que hubiese imaginado. ¿Sería un ser con vida propia, capaz de comportarse de forma diferente en situaciones inesperadas? ¿O por el contrario estaría sometido toda su existencia a los gestos, palabras y actos que yo hubiese creado para él, sin poder salir nunca de esa especie de cárcel?
Pero bueno, ¿qué podía hacer yo sino seguir preguntándome esa clase de cosas hasta hartarme? No tenía oportunidad de volver. Pensé en imaginarme de vuelta, en casa, justo en el instante en que la abandoné, pero sabía que no funcionaría. Había perdido mi status de 'creador' justo en el momento en que me convertí en parte de mi propia creación. No podía actuar sobre mi entorno, seguiría imperturbable toda la eternidad. Nunca dejaría de llover, nunca se haría de día, nunca dejaría de soplar aquel viento cruel. Sólo yo, en medio de aquello, para siempre.

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