Series Míticas: Swamp Thing (La Cosa del Pantano)
Estos días estoy releyendo la etapa en la que Alan Moore guionizó La Cosa del Pantano y volviendo a disfrutar como la primera vez, que fue hace muchos años. A estas alturas, si eres lector de comics aunque sea ocasional, te tiene que sonar Alan Moore. Si no, quizá te sonarán las adaptaciones al cine que se han hecho de algunas de sus obras, en las que por desgracia, no se le hace justicia: V de Vendetta, From Hell, La Liga de los Caballeros Extraordinarios... y próximamente Watchmen.
Este guionista inglés está considerado uno de los más grandes revolucionarios del medio en cuanto al género superheróico, de ciencia ficción y/o fantástico, por el tratamiento maduro e inteligente que siempre ha sabido imprimir sus obras. Ya desde el principio, no solo dignificó su profesión, sino que logró conectar con un público más exigente de lo habitual y fue uno de los primeros en abrir camino a otros guionistas serios, que empezaron a trabajar más como autores que como empleados alienados de una gran editorial donde no estaba permitido salirse del guión.
Una de las cosas más meritorias de Moore es la facilidad con la que coge una obra ajena para darle la vuelta completamente, desarrollar todo el potencial que no aparecía a simple vista, y lograr, en pocos meses, que la gente identifique la obra en cuestión, no con el creador original, sino con su etapa. Es algo que hizo, pocos años atrás, con Supreme (una suerte de Superman hipertrofiado creado por un incapaz) y con Wildc.a.t.s, transformando unas series que eran, en el primer caso, un sinsentido, y en el segundo, una colección de pin-ups espectaculares, en historias interesantes y adictivas que relegaban a la imagen a su posición primigenia de herramienta del medio, no de protagonista. Y, en fín, antes de estos dos casos, nos dió su versión de Miracleman y de La Cosa del Pantano.
La Cosa del Pantano fue, inicialmente, un comic de terror creado por Len Wein y Berni Wrightson para la editorial DC, allá por el año setenta y algo (toma exactitud). El biólogo Alex Holland es asesinado mediante una bomba mientras se encuentra en su laboratorio, y su cuerpo, rociado con la fórmula en la que estaba trabajando, cae envuelto en llamas sobre las cenagosas aguas del pantano. La interacción de los elementos del pantano con la fórmula no sólo le devuelve a la vida, sino que además le transforma en un descomunal mazacote vegetal que se dedica desde ese momento a vengarse de los que intentaron matarle. Habrá quien piense: "Huy, argumento típico de cómic. Quite, quite, déjeme con mis interesantísimos premios Planeta". Pues que sepa usted que se está perdiendo una interesantísima obra, capullo.
Pues bien, no es hasta la llegada de este barbudo guionista, cuando la cosa pasa de ser eso, un comic de terror, a convertirse en una serie de conflictos existenciales y filosóficos fuera de lo común. En su genial episodio de estreno, el ya clásico "Lección de anatomía", Alan Moore reconstruye el origen de la criatura, y nos descubre que, al contrario de lo que se creía en un principio, no es un hombre transformado en monstruo, sino una planta monstruosa que cree ser un hombre, con la personalidad y recuerdos de Alec Holland impresos en su ser. Obviamente, Swampy, que desde el principio tenía la esperanza de recuperar su humanidad, sufre un shock al descubrir que nunca tuvo una humanidad que recuperar. Con ese punto de partida, las tramas trascienden más allá de lo que venían siendo, y asistimos a las luchas internas de la cosa del pantano, que no sabe si aferrarse a su falso trasfondo o si abandonarlo todo para convertirse en la criatura elemental del planeta que se supone que es. Los antagonistas son de todo tipo y condición, pero todos comparten una esencia que toca de igual manera la locura y las fuerzas caóticas y crueles de la naturaleza. Y con todo, hay cierta crítica subyacente a todas esas perrerías que le hacemos al planeta y, con perspectiva, se puede considerar que es el ser humano, el que representa el mayor peligro al que se enfrenta la Cosa. Es un cómic que sigue siendo terror fantástico, pero deja un poso distinto, cala de alguna manera, y sigues con él en la mente mucho tiempo después de leerlo.
Fue esta colección el germen de lo que llegaría a ser la línea Vértigo de DC. Una línea de cómics para adultos que salió al mercado sin la etiqueta del CCA (una convención gilipollesca de los EEUU que indicaba a los buenos y religiosos padres que el comic que le compraba a su hijo no contenía cosas malas, como comunismo o zombies. Lo peor es que venía autoimpuesta por la propia editorial, no era obligatoria). El primer número en no llevar dicha etiqueta, fue uno de estos números de la Cosa del Pantano, en el que Swampy le hace el amor a su novia humana, de una manera bastante atípica y curiosa. Un cómic en el que abiertamente se hablaba de cosas como la menstruación, la locura, el incesto... no dejaba lugar para ese tipo de puritanismo trasnochado que defendía el CCA. Al hilo de ésto, como ya digo, surgió la línea Vertigo, que aglutinó desde sus inicios una serie de colecciones de culto que a día de hoy siguen siendo referencia: Hellblazer (John Constantine, que también tiene peli, fue creado por Moore en la saga American Gothic, de la Cosa del Pantano), Sandman de Neil Gaiman, Los Invisibles de Grant Morrison (en muchos aspectos precursora de, o plagiada por la basura infecta que es la saga de Matrix)...
Sobre el guión ya he hablado, pero a esta serie hay que hacerle una mención especial también al dibujo. Stephen Bissette y John Totleben hicieron un trabajo espectacular durante la etapa de Moore, y para dejar constancia de ello, ahí están las imagenes que pueblan esta entrada. Un dibujo oscuro, detallista, repleto de claroscuros, que se aprecia mucho mejor en blanco y negro que en color.
En resumen, cuatro años de historias que se iban superando a sí mismas, de giros inesperados, de una profundidad y una originalidad sin limites que pertenecen desde hace mucho tiempo a la historia del cómic.
Este guionista inglés está considerado uno de los más grandes revolucionarios del medio en cuanto al género superheróico, de ciencia ficción y/o fantástico, por el tratamiento maduro e inteligente que siempre ha sabido imprimir sus obras. Ya desde el principio, no solo dignificó su profesión, sino que logró conectar con un público más exigente de lo habitual y fue uno de los primeros en abrir camino a otros guionistas serios, que empezaron a trabajar más como autores que como empleados alienados de una gran editorial donde no estaba permitido salirse del guión.
Una de las cosas más meritorias de Moore es la facilidad con la que coge una obra ajena para darle la vuelta completamente, desarrollar todo el potencial que no aparecía a simple vista, y lograr, en pocos meses, que la gente identifique la obra en cuestión, no con el creador original, sino con su etapa. Es algo que hizo, pocos años atrás, con Supreme (una suerte de Superman hipertrofiado creado por un incapaz) y con Wildc.a.t.s, transformando unas series que eran, en el primer caso, un sinsentido, y en el segundo, una colección de pin-ups espectaculares, en historias interesantes y adictivas que relegaban a la imagen a su posición primigenia de herramienta del medio, no de protagonista. Y, en fín, antes de estos dos casos, nos dió su versión de Miracleman y de La Cosa del Pantano.
La Cosa del Pantano fue, inicialmente, un comic de terror creado por Len Wein y Berni Wrightson para la editorial DC, allá por el año setenta y algo (toma exactitud). El biólogo Alex Holland es asesinado mediante una bomba mientras se encuentra en su laboratorio, y su cuerpo, rociado con la fórmula en la que estaba trabajando, cae envuelto en llamas sobre las cenagosas aguas del pantano. La interacción de los elementos del pantano con la fórmula no sólo le devuelve a la vida, sino que además le transforma en un descomunal mazacote vegetal que se dedica desde ese momento a vengarse de los que intentaron matarle. Habrá quien piense: "Huy, argumento típico de cómic. Quite, quite, déjeme con mis interesantísimos premios Planeta". Pues que sepa usted que se está perdiendo una interesantísima obra, capullo.
Pues bien, no es hasta la llegada de este barbudo guionista, cuando la cosa pasa de ser eso, un comic de terror, a convertirse en una serie de conflictos existenciales y filosóficos fuera de lo común. En su genial episodio de estreno, el ya clásico "Lección de anatomía", Alan Moore reconstruye el origen de la criatura, y nos descubre que, al contrario de lo que se creía en un principio, no es un hombre transformado en monstruo, sino una planta monstruosa que cree ser un hombre, con la personalidad y recuerdos de Alec Holland impresos en su ser. Obviamente, Swampy, que desde el principio tenía la esperanza de recuperar su humanidad, sufre un shock al descubrir que nunca tuvo una humanidad que recuperar. Con ese punto de partida, las tramas trascienden más allá de lo que venían siendo, y asistimos a las luchas internas de la cosa del pantano, que no sabe si aferrarse a su falso trasfondo o si abandonarlo todo para convertirse en la criatura elemental del planeta que se supone que es. Los antagonistas son de todo tipo y condición, pero todos comparten una esencia que toca de igual manera la locura y las fuerzas caóticas y crueles de la naturaleza. Y con todo, hay cierta crítica subyacente a todas esas perrerías que le hacemos al planeta y, con perspectiva, se puede considerar que es el ser humano, el que representa el mayor peligro al que se enfrenta la Cosa. Es un cómic que sigue siendo terror fantástico, pero deja un poso distinto, cala de alguna manera, y sigues con él en la mente mucho tiempo después de leerlo.
Fue esta colección el germen de lo que llegaría a ser la línea Vértigo de DC. Una línea de cómics para adultos que salió al mercado sin la etiqueta del CCA (una convención gilipollesca de los EEUU que indicaba a los buenos y religiosos padres que el comic que le compraba a su hijo no contenía cosas malas, como comunismo o zombies. Lo peor es que venía autoimpuesta por la propia editorial, no era obligatoria). El primer número en no llevar dicha etiqueta, fue uno de estos números de la Cosa del Pantano, en el que Swampy le hace el amor a su novia humana, de una manera bastante atípica y curiosa. Un cómic en el que abiertamente se hablaba de cosas como la menstruación, la locura, el incesto... no dejaba lugar para ese tipo de puritanismo trasnochado que defendía el CCA. Al hilo de ésto, como ya digo, surgió la línea Vertigo, que aglutinó desde sus inicios una serie de colecciones de culto que a día de hoy siguen siendo referencia: Hellblazer (John Constantine, que también tiene peli, fue creado por Moore en la saga American Gothic, de la Cosa del Pantano), Sandman de Neil Gaiman, Los Invisibles de Grant Morrison (en muchos aspectos precursora de, o plagiada por la basura infecta que es la saga de Matrix)...
Sobre el guión ya he hablado, pero a esta serie hay que hacerle una mención especial también al dibujo. Stephen Bissette y John Totleben hicieron un trabajo espectacular durante la etapa de Moore, y para dejar constancia de ello, ahí están las imagenes que pueblan esta entrada. Un dibujo oscuro, detallista, repleto de claroscuros, que se aprecia mucho mejor en blanco y negro que en color.
En resumen, cuatro años de historias que se iban superando a sí mismas, de giros inesperados, de una profundidad y una originalidad sin limites que pertenecen desde hace mucho tiempo a la historia del cómic.
4 comentarios:
Editado: ahora aparece un párrafo fantasma que antes no se veía. Cosas del botoncico ese de "seguir leyendo", que no se lleva bien con el html.
Lo vende usté estupendamente bien.
Teniendo en cuenta la sequía literaria que me aqueja, tal vez sería buena idea volver a los orígenes y empezar de nuevo con los comics.
Empezaré por buscar a la cosa del pantano, aunque no me queda muy claro si tendré suerte. ¿Miro en el Fnac (y similares) directamente o me voy por el Rastro mejor?
Pues tienes varias opciones:
Ahora mismo, la editorial Planeta está reeditando los comics en formato de 48 paginas en color, a 3'5 lerus, creo. Van por el número 10.
Pero la opción que yo recomiendo es la de la editorial Norma, que hasta hace poco tenía los derechos. Son tomos, en blanco y negro, de más de 100 páginas cada uno, así que cunde más. Son comics que ya están descatalogados, pero que todavia son facilmente encontrables en tiendas. Sobre todo mola porque puedes encontrar lotes de 3x2, a precios bastante asequibles.
Si vas por los de Planeta, casi seguro que en la Fnac están. Si quieres mirar los de Norma, en tiendas especializadas (hay una cerca de Callao que tiene buenos precios, aunque no tiene los primeros números en stock). Mira, mira: http://www.atlanticacomic.com/listadoArticulos.asp?IDSubCategoria=406
Tambien, si tienes la suerte de tener cerca de casa una biblioteca publica, si tienen catalogo de comics es otra opcion. Yo flipé cuando fui a la de al lado de casa y vi lo que había. Tesssorosss.
O puedes tambien bajartelos de la mula :D
El sábado me acercaré a la plaza del 2 de mayo a echar un vistazo. Me parece que hay un rastrillo de Cosas interesantes y entre ellas de comics ^^
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